Los derechos de la infancia: antes que el resto de la Humanidad

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La práctica de casar a niñas con adultos mayores es una costumbre ancestral en muchos pueblos. ¿Significa eso que es aceptable?

Hace unos días abrí mi cuenta de Facebook y tropecé con un enlace a un artículo que una amiga había hallado en un blog. El artículo se titulaba “Los guerreros sambias, idiomas de la masculinidad”, que reproduce otro llamado en inglés Semen Warriors Of New Guinea: For them, ‘gays in the military’ is a necessity (Guerreros del Semen en Nueva Guinea: Para ellos, los “gays en el ejército” son una necesidad). El texto pretendía poner como ejemplo de mentalidad abierta y desprejuiciada a esa tribu melanesia donde todos los niños, desde pequeños, son sodomizados por guerreros adultos con el fin de que el semen les transmita su potencia y bravura. Era, sin duda, un texto que defendía la capacidad de los homosexuales para pertenecer al ejército: “El agresivo, arrogante, guerrero bebedor de esperma melanesio se encuentra bastante más cercano a las prácticas de espartanos y romanos que de la actual ridícula y obtusa fobia a los gays en el ejercito”.

En este práctica, los niños entre 7 y 14 años son separados de sus madres y pasan a unas casas donde quedan en manos de adultos ―en el caso de algunas tribus, de tíos maternos― con quienes tienen relaciones anales durante seis años. La traducción al español de cierto pasaje no es buena, por lo que me remito al artículo original en inglés: “Although many boys tremble initially (‘I felt afraid… the penises were enormous,’ recalls Kalutuo, a Sambian from the Eastern Highlands) they all adjust quickly, because they believe semen is an elixir for manhood.” Y traduzco: “Aunque al principio muchos niños sienten temor (‘Tenía miedo… los penes eran enormes, recuerda Kalutuo, un sambiano de las montañas del este), todos se adaptan rápidamente porque creen que el semen es un elixir para la adultez.”

Lo que me dejó helada al leer esa página, más que la descripción y los testimonios de estos eventos, fueron los comentarios de los lectores, algunos jocosos, otros defendiendo esa práctica, como “muy ilustrativa”, “todas las culturas son interesantes”, “juzgar otras culturas tan diferentes según nuestros parámetros es tan absurdo como llamar español al pintor de los bisontes de Altamira”, “es otro concepto de la vida, la muerte, el sexo, tan distinto que se nos escapa”, “lo complicado quizás sea para mucha gente respetar lo que no se comprende”.

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Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. (Artículo 1: Declaración Universal de Derechos Humanos)

Antes de continuar, quiero dejar clara mi postura respeto al tema gay. Mis amigos gays saben que estoy ciento por ciento a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo (fíjense que no dije unión civil, sino matrimonio). Estoy ciento por ciento de acuerdo con su derecho a tener o adoptar hijos como cualquier familia tradicional. Estoy ciento por ciento a favor de que sean militares, soldados, pilotos, ministros, jefes de Estado, astronautas o que se paseen por las calles con pulseras de colores, si eso prefieren. Soy una firme defensora de los derechos de los gays en todas sus acepciones. Y hablo de los derechos de los gays porque es necesario usar esa frase para que me entiendan. En mi fuero interno jamás la utilizo, porque solo clasifico a los seres humanos según sus valores espirituales, no por el color de su piel, sus creencias o su vida íntima. Para mí, todos los seres humanos deben tener los mismos derechos.

Pero en relación con este artículo, no hay que confundir la gimnasia con la magnesia. Aquí se habla de niños que son entregados a adultos para que los violen y sodomicen. ¿Me van a decir quienes hicieron esos comentarios irresponsables que están de acuerdo también con la ablación (amputación) del clítoris que muchas culturas de África y Asia, principalmente en el Medio Oriente, infligen a las niñas, casi siempre entre 5 y 15 años? ¿Están de acuerdo también con la práctica de entregar niñas de 9 años a adultos de 40 o más, como ocurre desde hace siglos en ciertos pueblos?

Una cosa es el sexo consensual entre adultos (o entre adolescentes) y otra muy diferente es obligar a un niño para que le practique la felación a un adulto o sea sodomizado por él. No me importa que se trate de una creencia o un rito de la cultura más ancestral del mundo. Se trata de una práctica bárbara y cruel.

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Ablación del clítoris: Se calcula que 135 millones de niñas han sido mutiladas.

Por varias razones que el escritor Mario Vargas Llosa expone brillantemente en su ensayo La civilización del espectáculo, Occidente ha creado un clima de auto culpabilidad debido a acciones ciertamente detestables de su pasado colonizador. Por ello, muchos creen que hay que bajar la cabeza y aceptar el peso de esos pecados cometidos por nuestros ancestros (aunque nosotros mismos jamás hallamos hecho una cosa semejante), alabando los comportamientos de otras etnias, sin distinción alguna, cuando nuestro sentido común y la piedad más elemental deberían indicarnos que son inaceptables. Ahora se considera políticamente incorrecto criticar a otras culturas, pero si algo hemos aprendido como especie es que los débiles (entre ellos, los niños) tienen que ser protegidos a toda costa en su integridad física y emocional.

Siempre he defendido el derecho a existir de cuantas culturas están en peligro de desaparición por la destrucción de su medio natural. De hecho, he firmado innumerables cartas en defensa de los derechos de los indígenas y, en especial, de muchas tribus del Amazonas, que corren el peligro de desaparecer debido a la deforestación o a intereses corporativos. No estoy a favor, ni apruebo, que impongamos nuestros criterios culturales, sociales o religiosos a otros. No aprobaría nunca la destrucción de una tribu o cultura porque esta practique costumbres ajenas a la mía. Pero eso no significa que no critique o proteste ante lo que considero una costumbre abusiva e inhumana. No puedo condonar ninguna creencia, religión o práctica, por ancestral que sea, que conlleve al dolor, al miedo y al abuso de la infancia.

No sé si es que hemos perdido el sentido de lo que es bueno o malo, si la incidencia de lo que leemos en Internet nos ha insensibilizado tanto, acostumbrándonos al horror, que no somos capaces de apartarnos del “espectáculo” y mirar un instante lo que está escrito en nuestro corazón, en esa parte del espíritu que debemos escuchar a toda costa, por encima de cualquier tendencia, discurso o moda.

Por mi parte, seguiré defendiendo los derechos de todos los gays, transexuales, heterosexuales o cuantas modalidades del comportamiento sexual humano existan, siempre y cuando se practiquen entre adultos capaces de decidir por sí mismos. Pero cuando se trate de respetar y defender el derecho de la infancia, todo lo demás queda a un lado. Ni la ablación del clítoris, ni la entrega de niñas vírgenes al lecho de un adulto, ni la sodomización rutinaria de los niños, deben tener cabida en el mundo que deseamos para nuestros propios hijos. Por encima de cualquier cultura, creencia o práctica religiosa o mágica, la infancia tiene que ser sagrada.

El niño debe, en todas las circunstancias, figurar entre los primeros que reciban protección y socorro. (Artículo 8: Declaración de los Derechos del Niño)

 

6 comentarios

Archivado bajo Antropología, Derechos Humanos, Espiritualidad, Religión

6 Respuestas a “Los derechos de la infancia: antes que el resto de la Humanidad

  1. Completamente de acuerdo, Se trata de dos cosas muy diferentes y por darse las de «globalizado»o «super moderno»se va a llamar «cultura»lo que es una barbarie.

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  2. eduardo Nunez

    Concuerdo plenamente. No existe justificacion alguna para ninguna practica que atente contra la integridad fisica o moral del ser humano, mucho menos de los niños que no pueden defender sus derechos.

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  3. Hola Daína:
    Estoy totalmente de acuerdo con tus palabras, tanto que cualquier comentario que pueda hacer al respecto sobra. Me identifico con la indignación que puedo sentir de manera literal en tus palabras.
    Es vergonzoso para la raza humana que muchas de estas costumbres sigan existiendo en pleno siglo XI y encima que tengamos el descaro de llamarlas “Cultura”. Eso no es cultura, es la institucionalización del dolor y el sufrimiento de los más débiles. Y sí, tenemos, no el derecho de criticar esas prácticas, sino el deber de hacerlo, de concientizar a los demás acerca del significado verdadero de estas barbaridades.
    Esas fotos que has elegido para tu artículo son muy gráficas, hablan por si solas, mueven mi alma hacia la compasión, me hace identificarme con el dolor reflejado con esos rostros. Y recuerdo la frase de nuestro Martí: “Los niños nacen para ser felices”

    Creo también que hay que tener mucho cuidado con la forma en que se maneja la información en este mundo actual. Me parece muy mal que un escritor, bloguero o lo que sea, tome esta referencia en defensa de los gays. Esa costumbre no tiene nada que ver con el amor que puede existir entre dos personas del mismo sexo. Esto es una barbarie, es sufrimiento, es dolor. Y usar este ejemplo es algo horrible. Creo usar este ejemplo y los comentarios de los que hablas nos muestran vívidamente la deshumanización y la falta de valores, la franca decadencia de nuestra raza.

    Y por último quiero compartir contigo una anécdota de mi infancia: Mi padre aunque todo el mundo lo criticara, nunca dejó que mi madre me perforara los lóbulos de las orejas para ponerme aretes alegando que eran “costumbres bárbaras”. Me los tuve que abrir yo en casa, a los catorce años con una aguja de coser, un corcho y un trozo de hielo.
    Saludos desde la Habana.

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  4. Franliz

    La humanidad ES desconocida para muchas culturas y religiones . Por todo lo cual , Siempre AbraZoos .

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  5. JordanVRocK

    Como llamar cultura a las corridas de toros… Haganme el favor…

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  6. Chico que le he dicho

    Comparto un escándalo al conocer por artículos sociales estás prácticas culturales, sin embargo creo que es el daño causado al infante el que debe ser evitado y saber cuál es a nivel psicológico, físico y moral-emocional en los púberes en estos casos no debería de basarse en una visión occidentalizada y de influencias religiosas europeas, porque sería un choque de culturas y nada más. La pregunta es ¿Cuál es el daño real que reciben esos niños en esa cultura y influencia educativa? Me imagino que es muchísimo menos del que nos creemos para los patrones mentales que les inculcan y la enajenación de su propia idiosincrasia.

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