Reseñar un libro de modo que sea atractivo al lector, pero sin revelar la trama, es un arte que parece perdido. Cada vez leo menos las notas de contraportada, porque muchas veces me cuentan del pe al pa lo que va a ocurrir. Hace poco, por ejemplo, leí una novela corta para jóvenes. Estaba muy bien escrita, pero la contraportada mencionaba ciertos detalles que revelaban quién era el protagonista, lo cual era un detalle vital que el lector debía descubrir por sí mismo. Eso me arruinó toda la lectura.
No sé cómo se las arreglaban los editores en épocas pasadas para que esto no ocurriera. Recuerdo haber tropezado en mi infancia y adolescencia muchas notas de contraportada que me incitaban a leer una novela sin escamotearme las sorpresas de la historia.
Lo mismo está pasando con las películas. Son terribles esos avances donde se cuenta toda la trama en tres minutos. La última vez que me sucedió esto fue con Gravity. A pesar de los Oscar ganados, ya no me interesa verla porque sé lo que ocurrirá al final.
Por lo pronto, sigo practicando el arte de descubrir libros sin leer la contratapa. Tengo una estrategia personal. Después de sopesar el autor, el título y la portada (en ese orden), leo los dos o tres primeros párrafos para ver si me seducen con algún asunto, personaje o inicio que me atrape. Sé que los escritores la tienen ahora más difícil conmigo, porque necesitan una dosis de magia especial para hechizarme e incitarme a seguir leyendo; pero no he hallado otro modo de evitar que vuelvan a arruinarme la sorpresa de un buen libro.
Debe estar conectado para enviar un comentario.