
Después de pescar y recolectar tallos de loto en una granja familiar, Phil disfruta de una comida en un restaurante campestre junto a la familia del propietario (isla de Thanh Da, Saigón, Vietnam).
Los meses de mayo y junio de este año quedarán entre los más oscuros que me hayan tocado vivir. El aislamiento obligatorio debido a la pandemia, las rachas de destrucción y de caos alimentadas por grupos de delincuentes y terroristas, la avalancha de agresiones verbales en las redes, la hambruna y la miseria cada vez mayores en ciertos países de América Latina y el Caribe, cuyos gobernantes se muestran cada vez más insensibles y dictatoriales hacia pueblos que merecerían mejor destino, me provocaron una depresión como nunca antes había experimentado. Ni siquiera la lectura y la escritura, mis dos grandes panaceas, pudieron sacarme de ella.
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