Siempre existen soñadores que no se dan por vencidos ni se amilanan ante las catástrofes que se empeñan en fabricar los seres humanos. Además, resulta cada vez más evidente que el homo sapiens no ha conseguido crear una sociedad realmente armoniosa, ni pacífica. A lo largo de su historia, nunca ha vivido en medio de una paz duradera y sin tensiones, no solo entre las diversas naciones y los individuos que las componen, sino entre la propia especie humana y el resto de las que pueblan el planeta. Unos pocos países (Islandia y Finlandia, por ejemplo) resultan quizás los más cercanos a la visión de una sociedad donde impera la prosperidad y el sentido común social y político, pero se trata de contadas excepciones que tampoco se libran absolutamente de todos los males que azotan al resto del mundo.
Por si esto fuera poco, hace ya unos doscientos años que los seres humanos, tras el comienzo de la Revolución Industrial, iniciaron una carrera de extracción mineral e ingestión de recursos que ha estado destrozando literalmente el planeta. Tanto es así que la comunidad cientifica ha propuesto una nueva clasificación para esta época: la Era Antropocena (del griego anthropos, «hombre», y kainos, «nuevo») para sustituir el término Holoceno —la época más reciente del período Cuaternario—, iniciada hace unos 11.000 años, cuando el homo sapiens comenzó a reinar sobre el resto de las especies, ejerciendo un enorme impacto en el ecosistema planetario. La propuesta de rebautizar la actual era geológica tomando en cuenta la influencia humana en el medio ambiente muestra la preocupación de la comunidad científica ante los cambios que el hábitat humano ha infligido sobre su entorno natural.
El desarrollo del movimiento ecologista global en los últimos 50 años ha buscado soluciones y propuestas novedosas para la industria y la economía, en un intento por minimizar o revertir los daños humanos a la naturaleza. El incremento de la vida urbana sigue siendo quizás el más violento de tales daños, sobre todo porque los remedios llegan con más lentitud que los destrozos. Sin embargo, de vez en cuando aparecen ideas completamente innovadoras que contienen múltiples soluciones para anular el impacto de la vida urbana en el planeta.
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