
Portadas de las primeras ediciones de los discos «Ancestros I» (Grupo Síntesis) y «Cantos» (Grupo Mezcla con Lázaro Ros). Lucía Huergo aparece en el centro de la foto, con blusa blanca.
Esta madrugada se ha ido Lucía Huergo, a quien siempre había considerado «la maga del saxofón cubano». Pianista, compositora, flautista y una arreglista genial sin la cual no existirían dos joyas de la discografía cubana de las últimas décadas, que ya son clásicos del rock afrocubano, y cuyas primeras ediciones en CD conservo como los tesoros que son.
Imposible olvidar sus arreglos a cantos afrocubanos en piezas como Eyeleó, Mereguo, Barasuayo o Titi-Layé, este último cantado por el inefable Akpwón de la música afrocubana Lázaro Ros (en el disco Ancestros I) –arreglos que eran casi composiciones personales, porque Lucía siempre supo imprimirles giros muy sui generis que la identificaban.
Murió, según dicen las noticias, con 57 años, a causa de cáncer del pulmón.
Feliz viaje, maestra. Nunca pude decirle en persona cuánto la admiraba, pero su música me seguirá acompañando en mis solitarias horas de escritura, como ocurre desde hace años.
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