Sergei Lukyanenko pertenece a la nueva generación de autores de ciencia ficción y fantasía surgida en Rusia después de la perestroika. Esta novela, que ya ha vendido dos millones de ejemplares, inició la serie Watch, compuesta por cuatro libros. Publicada en español como Guardianes de la noche (Plaza & Janés, Barcelona, 2007), la traducción al inglés es muy superior y es la que recomiendo.
Los guardianes de la noche son vampiros que pasean por las calles de Moscú como ciudadanos corrientes, viven en apartamentos, y velan por el orden y el equilibrio del universo. Lejos de los consabidos lugares comunes que atiborran casi todas las novelas sobre el tema, la obra de Lukyanenko revitaliza el género de una manera sorprendente. Sus vampiros son criaturas con poderes extraordinarios que se han dividido en dos bandos (Guardianes de la Luz y Guardianes de la Noche). Para proteger sus intereses, mantienen una tregua en la que ambas partes se vigilan mutuamente y colaboran a regañadientes para conservar el equilibrio del poder.
En la novela abundan las tramas alucinantes, como los humanos que presentan vórtices (invisibles para ellos) que son indicio seguro para los guardianes de que alguna catástrofe o desgracia ocurrirá en torno a sus dueños. Los poderes psico-fisiológicos de estos guardianes originan el suficiente entramado para explorar una psicología que es, a la vez, humana y parahumana. Los seres míticos que aparecen en la obra ―hombres-lobos, vampiros, súcubos, íncubos, cambiantes (shapeshifters), brujas― no poseen los atributos acostumbrados. Muchos se desenvuelven como personas que viajan en el metro o que le piden disculpas si tropiezan con usted en una esquina, aunque se encuentren en camino a una de sus misiones o vayan a entrar al Crepúsculo: una zona con leyes físicas diferentes a las que rigen en la Tierra… Ya se lea como un thriller de fantasía o como una parábola sobre los problemas que dividen o unen a los humanos, se trata de una obra imaginativa y renovadora dentro del género fantástico contemporáneo.