Cuba: Entre la prehistoria y el futuro

El próximo sábado 23 de noviembre estaré en la Feria del Libro de Miami presentando Los hijos de la Diosa Huracán, más de una década de trabajo resumida en 700 páginas donde taínos y conquistadores se alternan con personajes de una Cuba futura donde se celebran las primeras elecciones democráticas en casi un siglo.

Cuando terminé La isla de los amores infinitos pensé que cerraba ese ciclo novelístico al que denominé La Habana Oculta –por razones que se explican en el enlace–, pero ciertos temas, más bien ciertas angustias, seguían rondándome. El fantasma de un indígena cubano, que aparecía en la tercera novela (El hombre, la hembra y el hambre) y que había regresado en la cuarta, se resistía a irse. Comprendí que tenía que contar su historia y también la de su pueblo.

Desde el inicio de mi investigación comprobé que, contrario a lo que me habían dicho en la escuela, la principal etnia aborigen del Caribe no desapareció ni fue totalmente exterminada, como muestran ahora las pruebas de ADN en la población caribeña, incluida la cubana. Los taínos –amantes del canto y del baile (sus areítos sobrevivieron en una ceremonia que describo en la novela); el mismo pueblo capaz de resolver sus rencillas con un juego de batos; aquel para quien el clima solo podía ser soleado o tempestuoso, como atestiguan sus dioses; que apreciaba y exaltaba como nadie la belleza de unas pantorrillas torneadas, cuando tantos otros pueblos prefieren la delgadez de las piernas o ni siquiera se fijan en ellas–, siguen vivos en el espíritu de los cubanos.

Recrear ese universo olvidado, mucho más rico de cuanto nos enseñaron en la infancia, redescubrir sus tradiciones, su lenguaje (aún hablado por ciertos grupos), sus relaciones familiares, sus vestimentas (no, tampoco iban desnudos todo el tiempo), derrumbar viejos mitos sobre su extinción absoluta, darle rostro y voz a su universo cotidiano, y dibujar el paisaje de esa cultura basándome en los últimos descubrimientos arqueológicos, etnográficos y lexicológicos que se han estado manejando en circuitos académicos cerrados, ha sido una de las mayores aventuras de mi carrera y es quizás el mejor cierre para esta pentalogía habanera.

Este año se conmemora el 500° aniversario de la fundación de mi ciudad natal, aunque personalmente debo decir que es una efeméride que llevo celebrando desde hace media vida. He cantado, llorado, soñado, descubierto y reinventado La Habana durante tres décadas. Y ahora, en su medio milenio de existencia, me ilusiona regalarle esta novela que rescata la mitología de sus primeros pobladores y que, al mismo tiempo, propone una visión democrática sobre el futuro del país. Será un cumpleaños que festejaré con literatura.

¡Feliz cumpleaños, Habana! (En la foto, novelas de la serie «La Habana Oculta»)

 

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Archivado bajo Antropología, Daína Chaviano, Escritura, Festividades, Genética, Literatura, Publicación

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