El próximo sábado 23 de noviembre estaré en la Feria del Libro de Miami presentando Los hijos de la Diosa Huracán, más de una década de trabajo resumida en 700 páginas donde taínos y conquistadores se alternan con personajes de una Cuba futura donde se celebran las primeras elecciones democráticas en casi un siglo.
Cuando terminé La isla de los amores infinitos pensé que cerraba ese ciclo novelístico al que denominé La Habana Oculta –por razones que se explican en el enlace–, pero ciertos temas, más bien ciertas angustias, seguían rondándome. El fantasma de un indígena cubano, que aparecía en la tercera novela (El hombre, la hembra y el hambre) y que había regresado en la cuarta, se resistía a irse. Comprendí que tenía que contar su historia y también la de su pueblo.
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