Desde hace algún tiempo me he dedicado a buscar clásicos pendientes. Una de esas lecturas aplazadas, por razones ajenas a mi voluntad, fue la novela Faraón, que incluí sin dudarlo un ápice en la lista de Mis lecturas preferidas del año 2013. Conocía la adaptación cinematográfica que hiciera Jerzy Kawalerowicz en 1966, y que sigue siendo lo mejor que ha llegado al cine relacionado con el Antiguo Egipto. Vi esa película muchas veces mientras vivía en Cuba, y volví a verla hace poco. No ha envejecido un ápice.
Aunque sabía que el filme estaba basado en una novela homónima, nunca logré dar con ella. Ya en el exilio, la busqué por Internet durante años, pero solo encontré ediciones en polaco. Finalmente pude leerla, gracias a un buen amigo que me envió su ejemplar desde Cuba, al parecer el único país donde se ha publicado una edición en español de esta obra.
Escrita hace un siglo por el polaco Boleslaw Prus (seudónimo de Aleksander Glowacki, 1847-1912), la novela se deja leer con la fluidez de una obra contemporánea. Su primera publicación ocurrió en forma seriada durante 1895-96. Y aunque antecede en medio siglo a Sinuhé el egipcio (1945), la novela de tema faraónico más famosa y leída del mundo, el texto de Prus no tiene nada que envidiarle al del finés Mika Waltari.
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